domingo, 12 de octubre de 2014
Escariguelas de Pórtugos 2.014 !!!.
sábado, 7 de junio de 2014
Venta del Fraile-Cázulas-Río Verde-La Herradura


Comenzamos a bajar, cada uno a su velocidad, sintiendo el viento en la cara, el sol y la grandeza del valle que se abría ante nosotros. Un perdigón asustado hizo que nos detuviéramos, observamos con sorpresa que al poco encontró a su madre, o ésta le encontró a él, una tierna imagen que capturamos con los móviles y que quedó grabada en nuestra retina. ¿Quién no se ha sentido alguna vez como ese perdigón, desorientado y perdido , indefenso y asustado….?
Continuamos el descenso hasta encontrarnos con otros tres intrépidos, Enrique, Paco y el Holandés “Hervin”, quienes, acusando el desnivel, habían parado a oxigenarse y a hidratarse. Creo que se alegraron mucho de vernos….
Ya estábamos todos, un total de nueve intrépidos, dispuestos a degustar cada minuto, cada sensación. Descendimos hasta Cázulas, y casi sin darnos cuenta nos encontramos en el paraíso.
Un lugar reservado, donde el río se hace poza de aguas cristalinas y ofrece al cansado viajero un lugar donde sumergirse en agua fresca y disfrutar de ricas nísporas, rodeados de belleza, nos dejamos seducir y dejamos salir al niño que llevamos dentro, saltando desde una cuerda, nos desparramamos un poco y, después del chapuzón, continuamos el pedaleo hasta encontrarnos con el cauce del rio, que nos acogió juguetón y por donde, sorteando piedras, con las zapatillas mojadas, sorprendíamos a las ranas y ellas a nosotros.



Al poco rato varios nos lanzamos, tutelados por Lali, a practicar yoga en la playa, estiramientos, respiración, absorbiendo la energía del sol, de mar, de las olas en constante movimiento , siendo conscientes del equilibrio que nos rodea y sintiendo nuestro latido.
Un lujo detrás de otro.
Charla, risas, masajillos…, la tarde se alargó y casi cuando ya el sol se ponía, llegó Cali buscando “alimento”, así que a la merienda le siguió la cena y nos dieron las diez y las once, las doce las una las dos y las tres….
Calados hasta la médula de “ansia viva” continuamos en la mítica cochera, algo abrumados por los decibelios de un grupo roquero que se lo curró bastante bien.
Con las energías en estado de reserva, nos marchamos a dormir, exhaustos, contentos de exprimir cada minuto y agradecidos de los regalos que nos da la vida.
Fabiola Vargas
Venta del Fraile-Cázulas-Río Verde-La Herradura
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