Sábado 22 de junio de
2013, con el verano recién estrenado, pero con temperaturas
anormalmente suaves, nos disponemos a atacar el objetivo: Nacimiento
del Fardes. Después de mi intento frustrado del día anterior,
vuelvo a intentarlo hoy: sólo el Sr Catena (100% sobreentrenado) se
atreve con mi ritmo infernal.
Salimos a las 13 h, sin
prisa pero sin pausa, caminito de
la Sierra de Huétor, vía Fargue. Son kilómetros de ascenso
penoso por el asfalto, hasta desembocar en el camino que nos conduce
a Víznar. Reponemos agua para no parar ya hasta Prado Negro. Así
que pedaleamos de nuevo hasta perder el asfalto, rodar por Alfaguara,
acercándonos un poco más a la meta. Disfrutar de las vistas de
estas sierras o de Granada son siempre un aliciente y un premio a las
horas de subida, de calor y del hambre que empieza a picar. Pero aún
tendría que pasar un rato largo de rodaje para alcanzar la comida.
Por supuesto, durante todo este tiempo, el Sr Catena no pierde el
aliento ni el resuello, no se despeina y jamás jadea mientras habla:
porque tiene la capacidad de hablar y pedalear infatigablemente
mientras yo tengo dificultades hasta para pestañear.
Procuro que no
se me note y le dejo en su monólogo, tratando en balde de
convertirlo en diálogo. También es conocedor de tooodo tipo de
carriles, veredas, sendas... "todos los caminos conducen a Roma"
y yo diría que "todas las rutas las conoce Catena".
No obstante, siempre es
interesante escucharle (cuando no pierdo hasta el oído por el
esfuerzo), porque me cuenta historias como la de Dña. Berta
Wilhelmi, cuyo pilar fue ubicado en uno de los costados de la
Delegación de Educación. Me habló de esta mujer valiente cuando
pásabamos cerca del Sanatorio de tuberculosos.
También las leyendas
que corren en relación a este lugar, ya que cada cual le dé la
credibilidad que crea conveniente... En cualquier caso, me fascinan
las historias de personajes que fueron capaces de ir contra
corriente, en circunstancias poco favorables, y aún así logran
proezas que incluso hoy día me parecerían casi imposibles de
intentar siquiera. Me recordó, salvando las distancias, a Elisabeth
Eidenbenz (aunque esta última lo tuviera infinitamente más crudo).
Pero prosigamos con el
bicicleteo que es a
lo que hemos venido.
Llegamos por fin a Prado
Negro, donde, lejos de hacer una comida ligera, una cosa frugal o
adecuada al trabajo aeróbico, nos merendamos una bandeja de cordero
al horno como está mandado: cervezas varias y un par de chupitos
que, para los que no estamos acostumbrados al bebercio, no es
fácil manejar el manillar justo después...
En seguida bajamos a la
cascada, un rincón precioso que jamás
hubiese ubicado allí, proveniente del Fardes.
hubiese ubicado allí, proveniente del Fardes.
Con más pena que gloria
(por aquello del alcohol) alcanzamos el nacimiento del río. Toda la
vida tan cerca de mi río Alhama, afluente del mismo, y jamás me
planteé de dónde venía. Creo que por eso me picó tanto la
curiosidad cuando lo oí mencionar.
Acequia a un lado y río al otro, Seguimos el camino de la primera: zarzas, pinchos, camino casi inexistente o desaparecido del todo por derrumbe, cascadita fresquita bajo la que pasar, bici al lado, al hombro, al costado, de pie, al trote, al galope... todo un sin fin de modalidades de cómo transportar una bici, hecho que nos retrasó bastante, pero que mereció la pena... a pesar de que me dejó las piernas como las de un cristo sangrante que además se acaba de pelear con un gato.
Finalmente salimos al
camino que nos trajo hasta allí, para después bajar por Alfaguara,
de nuevo Víznar y de allí a Granada. Una ruta altamente
recomendable, al ladito de la ciudad y al alcance de tod@s.
María Morillas
Viznar-Prado Negro-Acequia de Fardes
EveryTrail - Find the best hikes in California and beyond
Muy buena ruta y crónica.
ResponderEliminar